lunes, 29 de agosto de 2011

Con solo una.

Cuesta tan solo un instante, no más de 5 segundos y es tan poderosa que podemos detener el tiempo con ella, hacer que un instante sea una eternidad. Es magia en estado puro, un regalo que nos permite volver al pasado o augurar un futuro incierto. Nos puede hacer recordar los más dulces momentos vividos o hacer tambalear todo nuestro presente.
La podemos regalar a quien queramos, en nuestra juventud o nuestra vejez, también ahora. Puede ser una conquista o un alivio, una liberación que nos produce paz interior. Con ella, podemos derrumbar los más altos muros y atisbar un rayo de esperanza en la lejanía.
Su contagio no es malo, es más, nos produce salud a nosotros y a quienes nos rodean. Con ella, nos podemos reconciliar con el mundo entero, podemos perdonar, aceptar a los demás.
Es fugaz, efímera, nos permite reconocer un error y amar al mismo tiempo. Genera empatía, simpatía, amistad y cariño. Es tan poderosa que nos aceptan como somos, nos reconocen como personas, nos genera confianza, nos seducen, podemos incluso dar gracias.
Con una de ellas, podemos decir te quiero.
Con una de ellas, podemos cambiar el mundo entero.
¿Por qué hemos olvidado sonreír más a menudo?

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