lunes, 4 de julio de 2011

Líneas imaginarias

Nací hace 26 años, 5 meses y 3 días.
Nunca nadie me pregunto quienes quería que fueran mis padres, no tuve la elección de mi sexo, ni del color de mis ojos o mi piel. No pude elegir si quería ser alto o bajo, ni siquiera tuve voto para decidir mi nombre, aquel con el que se me conocería toda mi vida. ¿Alguien me preguntó de qué color quería que fuera mi sangre?, no pude elegir, ni siquiera, donde quería nacer.
Me clasificaron por el trozo de tierra que pise cuando vine a este mundo, delimitado y separado del resto por unas líneas imaginarias. Deduces que esto, lo hace especial a los demás, sientes que su olor, su aroma, el tacto de su tierra deslizándose entre tus dedos, es único, es mejor.
Una bandera, representada por colores, marca aún más la diferencia y te sientes orgulloso de entonar una hermosa canción que habla sobre batallas pasadas que ayudaron a marcar estas líneas imaginarias, con la sangre de fieles que murieron por este mismo pedazo de tierra.
Después, te das cuenta que, aunque siga siendo tuyo, solo has logrado pisar el 1% de todo lo que te rodea, sientes curiosidad y te mueres de ganas por explorar lo que hay más allá.
Cuando decides salir, te reciben con los brazos abiertos o te tratan como un intruso, quizás dependa de aquello que no pudiste elegir, como tu sangre o el color de tu piel.
 Te pueden prohibir la entrada a lo que consideran otro trozo de tierra que no es el tuyo, pueden decirte “lo siento, no puedes pasar esta línea”, ¿A qué línea se refieren? Disculpad mi ceguera, no veo ninguna raya que detenga mis pasos ni mis ansias, pero aun así, sigue habiendo personas que mueren cada día por pasar dicha línea.
Descubres que poco a poco, lo que antes era tu tierra y de lo que estabas orgulloso, pasa a un segundo plano, se queda en el pasado, y vives la utopía de un mundo sin divisiones, un mundo sin fronteras, en donde todos, solo por haber nacido, son iguales, sea cual sea el color de sus ojos o su estatura, todos pueden cruzar las líneas imaginarias que dividen la tierra y todos puede disfrutar del olor, aroma y el tacto de la tierra deslizándose entre los dedos, de cada rincón del mundo.
Empiezas a vivir la utopía que el mundo entero es tuyo y es de todos, que nadie muere por ir más allá de su tierra. Pretendes que todos disfruten de las mil puestas de sol que se pueden ver si vas a tu derecha y de los otros mil amaneceres que verás si vas a tu izquierda. Disfrutar oír como una tribu africana toca sus instrumentos de percusión, o contemplar la belleza de la aurora boreal, majestuosa en los cielos del norte. Te consideras afortunado porque tus pies se bañen con el agua del océano atlántico y por poder gritar en la más alta cumbre del mundo.
Crea tu propia utopía por favor, vívela!
Recordemos lo que dijo el filósofo italiano José Ingenieros, “en la utopía de ayer, se incubó la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana palpitarán nuevas realidades”.
Tus padres, tu sexo, tu color de ojos y de piel, tu estatura, tu nombre, tu sangre y el lugar donde naciste te hacen único en un mundo únicamente tuyo y de todos.