miércoles, 8 de agosto de 2012

Vagos recuerdos de un niño

En mi memoria hay un abrazo, una sonrisa y un domingo al fútbol a ver nuestro equipo favorito. Detenernos antes en la plaza a comprar mango con sal y limón y reírnos de las caras que hacemos mientras lo comemos.

¿Te acuerdas que me enseñaste a hablar y caminar?
Me gustaba salir corriendo a tu habitación a ver que ropa llevabas puesta pero luego yo buscar en mi armario lo que más se pareciera y así ir por la calle igual que tú. Recuerdo aquellos zapatos cafés que tenias que nunca me gustaron.

Tus largos viajes que parecían eternos y la emoción que sentía cuando te escuchaba silbar entre las largas rejas verdes del exterior de la casa, significaba que ya habías regresado.

Me enseñaste a boxear para defenderme de los niños que tiraban arena en los ojos.
Cuando llegabas tarde a casa y me abrazabas en mi cama, he de confesar que me molestaba que me despertaras pero hoy daría lo que fuera por volverlo a sentir.
Jugábamos a fútbol en el parque, tú me enseñaste.
Las clases de taekwondo a las que me apuntaste, me daban un poco de miedo luchar contra los demás niños pero por ti lo hacia.
Aquella bicicleta verde que me regalaste, ¡era enorme! Pero quería estar toda mi vida dando vueltas en ella.
En la piscina, simulabas ser un tiburón y yo intentaba escapar de ti como fuera. Nunca te cansabas de jugar conmigo.
Cuando estaba enfermo me cuidabas.
A menudo cambiábamos de residencia por tu trabajo, pero siempre buscabas la casa más grande y bonita.  Querías lo mejor para nosotros.
Me llevaste a ver pinocho al cine. Aún recuerdo el miedo que me entró por todo mi cuerpo cuando apagaron la luz, por suerte, tú estabas en la silla de al lado.
Me compraste un carrito a pedales que llevaba el número 8 en la parte frontal, me sentía como un piloto de formula uno en él.
Todos los viajes a los que me llevaste. Recuerdo cuando te compraste aquella cámara negra que pesaba una barbaridad. Filmabas todo lo que tenias delante.
En mi primer curso fui elegido para hablar delante de todos los graduados de último año, recuerdo como me susurraste al oído que empezara mi discurso con un “buenas noches”.
Me han contado muchas cosas sobre ti.
Que eras un luchador tenas y noble, no te rendías ante nada y te esforzabas por ser el mejor en cada cosa que hacías.
Hablabas delante de cientos de personas sin miedo ni temor. Trabajabas sin descanso para darnos lo mejor.
Me han contado que eras un ejemplo a seguir. Querías a los tuyos y eras querido por ellos.  Ni las amenazas ni tus miedos pudieron nunca contigo.
Me dicen que no solo soñabas, si no que luchabas por hacerlos realidad.
¿Sabes que la maquina que un día imaginaste empezó a funcionar al poco tiempo?, ¿y que los proyectos que tenias, hoy en día, son grandes realidades que utilizamos a diario?
Pero un 02 de mayo truncó tu camino… truncó nuestro destino…
Sé que ahora, cuando te hablo, muchas veces no me entiendes.
Cuando te miro, tú me dedicas una sonrisa y una mueca agradable.
Quisiera volver al pasado por un día, solo un día para pasarlo contigo de principio a fin. Grabaría en mi memoria cada uno de tus gestos, tus rasgos, tus palabras… te contaría todo lo que ha ocurrido en estos últimos 20 años. Te cogería de la mano para sentirte cerca y recordar tu tacto.
Si solo tuviera un día, te llevaría a comer mango con sal y limón para volver a reírnos de las caras que poníamos. Te pediría que me contaras tus sueños, que me abrazaras fuerte y no me soltases nunca.
Saldría contigo a montar en bicicleta y a correr bajo la lluvia.
Me esforzaría por no dormirme cuando caiga la noche, porque sabría que cuando despertase todo volvería a estar igual que ahora… seguirás ausente pero presente.
Maldigo aquella enfermedad que te aparto de mí, pero doy las gracias porque aún podemos gozar de tu compañía.
Y aunque se que nunca leerás esto, hoy quiero gritar al mundo entero que te quiero, ¡te quiero papá! Gracias por darme la vida y gracias por esas sonrisas y muecas agradables que me dedicas siempre que me ves.
Con mucho amor,
Tu hijo.

domingo, 1 de enero de 2012

Una carta para mí.

Tranquilo Felipe, no te asustes. Sé que te parecerá extraño todo lo que te voy a contar y muchas cosas ni siquiera las entenderás, pero solo te pido que me escuches atentamente y nunca olvides lo que a continuación te voy a decir.
Para llamar tu atención, solo te diré que sé que te encantaba poner la estrella en lo más alto de aquel enorme árbol en la casa de tu abuela cada navidad, te tenías que subir en los sillones que había justo al lado para llegar hasta allí. Cuando llegaste nuevo a aquel colegio, los niños que luego fueron tus amigos te tiraban arena en los ojos y te quitaban tus juguetes, lo recuerdas? Parece que fue ayer cuando sucedió todo eso…
Aquel 31 de diciembre que te llamaron para contarte que tú hermana había llegado al mundo, o el fatídico 2 de mayo que sin entenderlo, cambió tu vida para siempre. Si, esos recuerdos perdurarán siempre contigo.
Te preguntarás como se tantas cosas sobre ti?, tranquilo, no intentes adivinar quien soy, en unos años lo descubrirás tu mismo.
Solo te quiero decir que a veces no todo es como lo ves, date tiempo a ti mismo y respira hondo, todo tiene un sentido en tu vida, ya lo verás, confía en mí. Estas conociendo un sinfín de personas, crees que unas son mejores, otras peores, pero te darás cuenta que todas deben formar parte de tu presente para llegar a ser lo que serás en el futuro, aprovéchalas y aprende de ellas. Sé que ahora estas aprendiendo lo que es ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, nunca pierdas esa actitud, será un pilar básico en tu forma de ser y de actuar frente a todo lo que te vendrá más adelante, eso te hará autentico.
Si alguna ves se derrumba de forma súbita tu futuro, ten paciencia, lograrás reconstruirlo sin problemas, aunque sientas que has tocado fondo y que nada volverá a ser como antes, preguntante a ti mismo, ¿es malo que todo cambie?, ¿Qué tus planes no salgan como los habías pensado? Recuerda que solo depende de ti que el cambio y los nuevos planes que te hagas sean mejores que los que ya tenias.
Cuando la frustración invada todo tu cuerpo, el miedo te paralice las piernas y las ganas de conocer y aprender parezcan esfumarse, recuerda que siempre tendrás a tu lado a tu familia, ellos estarán junto a ti en cada paso que des y en cada decisión que tomes.
Te arrepentirás de no haber hecho varias cosas, las descubrirás tu mismo, estas te ayudarán a aprender y a valorar cada uno de los momentos que vivas, recuerda que equivocarse no es malo. Solo te diré que intentes compartir tu tiempo con aquellos que más quieres, el día de mañana puede que ya no estén y te enfadarás contigo mismo por no haberles dicho te quiero tantas veces como te hubiera gustado.
No odies ni sientas rencor, comprobarás que vivir de esa manera no te dejará avanzar. Por otro lado ama, ama con todas tus fuerzas y disfruta de cada momento, recuerdas ese atardecer en donde el sol parecía ahogarse en la inmensidad del mar? Recuerdas cuantos colores has visto en el cielo? Verás muchos otros… pero intenta recordar y disfrutar de cada uno, te aseguro que nunca hay dos iguales.
Te daré un consejo, nunca dejes de soñar.
Una vez alguien te dirá: “no llores por lo que se ha acabado, llora de alegría por lo que has vivido”, recuerda esta frase, la persona que te la diga es un verdadero amigo.
Felipe, debo marcharme ahora, no sin antes, pedirte un favor. Cuando entres a esa clase en la universidad y la veas a ella (tranquilo, la reconocerás, sabrás quien es…) cuídala, trátala como a una princesa. Te hará feliz e inexplicablemente todo tu mundo empezará a girar en torno a ella.
Atentamente,
Felipe.