jueves, 18 de agosto de 2011

Amor oculto, amor clandestino

Hola, soy Marta, tengo 33 años, soy profesora de primaria en una vieja escuela al Oeste de la ciudad. Acudo a la iglesia todos los domingos desde que tengo memoria, allí me siento en paz conmigo misma, alabo y rezo a mi Dios. Abogo por la vida eterna en el cielo, así me educó mi familia, que vive en el mismo barrio que yo.  Creo con fervor absoluto y mi fe ciega, aunque no me considero una radical fanática de la iglesia. Estoy locamente enamorada de Abdelrrahim, es un hombre encantador de 36 años, trabaja de taxista en mi ciudad. Nos conocimos hace 3 años en una terraza de un bar, empezamos a hablar, su mirada, sus ideas, su sonrisa… todo me cautivó. Desde entonces, no me lo puedo sacar de la cabeza, cada noche sueño con él, sueño que lo tengo a mi lado y que su hermosa cara será la primero que vea al despertarme, imagino que sería levantarme y observar su cepillo de dientes junto al mío, ver la televisión con mi mano entrelazada en la suya, cocinar juntos, vivir con él.
Solo hay un problema, su sangre y creencias son árabes, ama a su Dios más que a su vida y cumple estrictamente con todo lo que su religión dicta.
Sabemos que está mal lo que hacemos, pero, en ocasiones, nuestro sentimiento es más fuerte que todas nuestras creencias y nos dejamos llevar por nuestro júbilo de cariño y excitación. Casi todas las tardes, él me recoge en su taxi, vivimos nuestra pasión y nos confesamos amor eterno en el asiento de atrás. Sí, nos escondemos. Es pecado lo que hacemos. Nuestras culturas son diferentes al igual que nuestras creencias y no aceptarán nuestro enlace. Me gustaría que esto cambiara, gritar al mundo que amo a este hombre y que me da igual mi Dios, pero no puedo, no me dejarán.  Vivimos un amor clandestino, vivimos un amor oculto.

Hola, me llamo Pablo, tengo 23 años, soy estudiante de arquitectura en la universidad de mi ciudad, espero graduarme dentro de poco, realizar unas prácticas laborales en una gran empresa que me dé la oportunidad de aprender mi oficio y poder seguir estudiando y trabajando para labrarme un futuro. Estoy locamente enamorado de Juan, nos conocemos desde hace bastantes años, en el instituto, compartimos un gran círculo de amigos en la actualidad. Un día, como cualquier otro, me di cuenta que lo que sentía era más que una simple amistad por él. Después de llorar muchas noches en la soledad de mi habitación, me armé de valor y decidí confesárselo. Cuando fui correspondido también lloré, pero de alegría, por fin, mi gran amor sabía lo que sentía por él, me sentí libre, me sentí vivo. Cuando lo miro, noto como un escalofrió recorre mi cuerpo, me vuelvo torpe en mis movimiento, casi no puedo pronunciar palabras coherentes, creo que conocerlo es lo mejor que me ha pasado en mi vida, ¿Cómo pude guardarme este cariño tanto tiempo dentro de mí?
Solo hay un problema, nuestras familias no aceptarán nuestro amor, nuestros amigos se reirán de nosotros y seguramente nos dejen de lado, puede que nos quedemos solos Juan y yo.
Muchas noches, nuestro corazón supera a la razón y fundimos nuestros cuerpos en uno desatando una pasión y un amor incontrolable, me quedaría mirándolo, sintiéndolo,  amándolo hasta el amanecer.  Cuando la ciudad despierta y caminamos por la calle, no puedo cogerlo de la mano, no puedo besarlo, esta tan cerca pero tan lejos a la vez, solo a veces me atrevo a recordarle que lo quiero con un tímido susurro a pocos centímetros de su oreja. Cuando estamos con nuestros amigos, ni siquiera nos sentamos uno al lado del otro para evitar tentaciones. Sí, nos escondemos. Me gustaría que esto cambiase, que me aceptaran como soy, gritar al mundo que esta es la persona que amo, poder besarlo en presencia de mis seres queridos, caminar junto a él por la calle y con solo una mirada, transmitirle mi cariño sincero hasta el infinito. Vivimos un amor clandestino, vivimos un amor oculto.

Hola, soy Luis, tengo 40 años, actualmente soy médico de urgencias de un hospital del centro de mi ciudad, me gusta mi trabajo, salvo vidas. Vivo en un tranquilo barrio donde comparto buenos momentos con mis vecinos y conocidos, soy muy amigos de mis amigos y tengo el gran sueño de acudir como voluntario a la India durante algún tiempo a ayudar a quienes más lo necesitan, no hay mejor recompensa que dar sin esperar nada a cambio. Estoy enamorado de Eva, es una mujer magnifica de 41 años, hija de una familia conservadora, regenta un bar al lado del hospital donde paso largas horas trabajando, nos conocimos hace 11 meses porque decidí ir a su local atomarr un café. Desde el momento que la vi, quede maravillado con su belleza, era como un ángel en la tierra, me volvió loco desde el primer café que me sirvió, ella sintió lo mismo y pasamos largas horas conversando y conociéndonos. Quiero pedirle que se case conmigo, sé que es muy precipitado y puede ser una locura, pero siento que es la mujer con la que quiero compartir el resto de mi vida, compartirlo todo y estar con ella hasta la vejez.
Solo hay un problema, su familia no me aceptará dada su ideología conservadora y el color oscuro de mi piel.
Muchas veces, a  altas horas de la madrugada, cuando finalizo mi turno y salgo para coger mi coche e irme a descansar envuelto por la soledad de las calles a esas horas, me encuentro a Eva en la puerta del hospital con una sonrisa, un bollo y un café, esa forma de darme los buenos días, esa mirada, el tacto suave de su piel, su olor por la mañana, hacen que pierda el control y de forma muy discreta nos vamos para mi casa a confesarnos nuestro amor. Sí, nos escondemos. Nuestro color de piel es diferente y la ignorancia e intolerancia de los demás hace que no podamos ser libres y disfrutar del amor. Me gustaría que esto cambiara, gritar al mundo que amo a esta mujer y que me da igual mi raza, pero no puedo, no me dejarán, no me lo permitirán.  Vivimos un amor clandestino, vivimos un amor oculto.

El mundo entero aboga por un amor libre y sin barreras, donde mujeres y hombres de todas las edades, razas y religiones puedan decir te quiero sin miedo a nada. Con el amor prohibido se siente dolor ya que para él no hay reglas escritas, se siente pánico, ya que en nuestro interior crece algo poco a poco y que muchas veces es contrario a la razón. No hagáis caso a esos necios que piensan que pueden elegir de quienes nos enamoramos. Dejad de vivir vuestro amor oculto y clandestino.

1 comentario:

  1. Cuando uno es mayor de edad, nada debe impedir que dos personas se amen. Ni las diferencias religiosas,ni las políticas, ni las raciales, ni el ser del mismo sexo.
    Hay que romper barreras.Ser audaces,desafiar las prohibiciones y actuar según nuestros sentimientos.El entorno acaba por aceptar los hechos. Y así esos prejuicios terminan por desvanecerse y la sociedad se hace más tolerante.
    Un saludo.

    ResponderEliminar