jueves, 30 de junio de 2011

Perdón

23.17h, suena mi móvil, es mi mujer, por fin mañana nos veremos después de un eterno mes en el que ha estado fuera de la ciudad cuidando a su anciana madre. Me llama para recordarme que el único vuelo que ha podido coger llega a las 5.00h. Me pide con voz dulce si puedo ir por ella al aeropuerto, ¿porque me lo pide con esa voz si sabe que de todos modos acabaré yendo a recogerla? Da igual, me encanta que lo haga y en el fondo ¡me muero de ganas de verla! Nos despedimos con un Te Quiero y un hasta pronto.
23.35h, llamo a mi hermana a pedirle si puede venir sobre las 4.20 a casa a cuidar de Sara, ella aún es muy pequeña y no quiero que se despierte mientras voy de camino al aeropuerto, se moriría de miedo. Tras unos minutos de tierna discusión, al final accede, sabía que lo haría, ¿que no estoy dispuesto a hacer yo por ella?
4.10h, suena mi despertador, me levanto con ojos lagañosos, me visto mientras me hago un café y me lavo un poco la cara.
4.19h suena el timbre de casa, dejo que mi hermana entre, le digo que estaré de vuelta sobre las 5.30h, ¡que es la mejor hermana del mundo! Y que le debo una cena por el gran favor. Nos despedimos con un Beso y un hasta pronto.
4.30h, estoy sacando el coche del parking, siento una extraña sensación en mi estómago, una mezcla de nervios y excitación por ver de nuevo a mi mujer, me miro en el retrovisor y pienso: “que tonto soy, llevamos juntos más de 10 años y ¿aún siento esto cuando la voy a ver? Nunca cambiaré…”.
4.41h, estoy en la autopista, un par de coches hacen el mismo trayecto que yo, ¿irán también al aeropuerto?, solo siento como las pequeñas luces de la calzada que se iluminan a mi paso, me hacen compañía. En mi cabeza no paro de pensar que le diré a mi mujer cuando la vea, ¿debí comprarle unas rozas tal vez?, ¿o esos bombones rellenos que tanto le gustan?
4.55h, siento dolor, me duele todo el cuerpo, intento abrir mis ojos y respirar profundamente pero soy incapaz, la boca me sabe a tierra, siento frio, mucho frio, creo que ya no estoy en mi coche, pero, ¿dónde estoy?, ¿Que ha ocurrido?. Intento incorporarme pero no me puedo mover, mis brazos no responden, mis piernas no las siento. No puedo tragar, huele a algo extraño que no puedo describir, la cabeza me da vueltas.
4.57h, el dolor desaparece por completo, ahora me siento bien, logro abrir mis ojos y respiro profundamente, puedo mover mis brazos y piernas. Aquel sabor a tierra se ha esfumado por completo, puedo tragar, ya no huele a nada. Observo dos personas extendidas boca abajo sobre la calzada entre lo que parecen dos coches destrozados.
Uno de ellos es un joven de unos 20 años, es rubio, lleva un pantalón vaquero y una camisa a cuadros, tiene los ojos cerrados, está sangrando, parece que no respira.
La otra persona es otro hombre, de aproximadamente 30 años, también sangra y tampoco respira, lleva unos pantalones y una camisa muy parecidas a las que me puse yo esta misma mañana, el pelo, su corte pelo es extrañamente similar al mío. Me acerco a ver si lo reconozco, hasta el punto que puedo oler que usa la misma colonia que yo.
El cuerpo entero me da un vuelco cuando por fin entiendo que soy yo quien está allí extendido.
4.58h, Escucho una voz detrás mío que dice “¿Quién eres?”. Me giro lentamente y observo al joven rubio de pantalón tejano y camisa a cuadros, mirándome fijamente a los ojos. Ya no sangra, esta de pie y ahora respira. Sus ojos delatan miedo, mucho miedo. “¿qué ha ocurrido?, ¿Quién es usted?, ¿qué hago yo allí extendido?, vengo de una fiesta en casa de mi mejor amigo y me dirigía a mi pueblo, ¿Por qué estamos aquí ahora?”
De repente, ambos nos dimos cuenta de lo inevitable, mis ojos se llenaron de lágrimas, mis manos y piernas empezaron a temblar. No puede ser que me haya ocurrido a mí. ¿Porque a mí?
A lo lejos empiezo a escuchar sirenas, giro sobre mí mismo y alcanzo a ver unas pequeñas luces rojas que se dirigen hacia nosotros a toda velocidad. Siento que toman mi mano derecha con fuerza y me susurran al oído “lo siento, ahora sé que ha pasado, te juro por dios que yo controlaba aunque me hubiera tomado esa última copa de más en la fiesta, iba bien, todo iba bien, lo siento, por favor, perdóname…”
5.00h, miro al cielo, tomo una última bocanada de aire, cierro los ojos y las ideas que tengo en la cabeza se transforman en palabras.
“Perdón amada mía, tu avión estará aterrizando ahora y no podré ir a recogerte al aeropuerto, estoy seguro que sabes que te amo, no podré seguir siendo tu compañero de viaje nunca más.”
“Perdón Sara, no podré cumplir mi promesa de llevarte a Eurodisney, haz caso a mamá en todo lo que te diga, se fuerte y vive, vive y se feliz”
“Perdón hermana, no podré invitarte a esa cena que te prometí hace unos minutos, espero que no te enfades conmigo”
“Perdón Mamá, el domingo no podré ir a comer a casa como te dije, no podré abrazarte más y hacerte reír como lo llevo haciendo hasta ahora, tampoco podré volver a decirte que te quiero”.
“Perdón Papá, el plan para ir a pescar, se tendrá que posponer indefinidamente, me hubiera encantado por ir y disfrutar de tu compañía en medio del lago, tu y yo solos, hablando de nuestras cosas”
“Perdón queridos amigos, el sábado no podré ir al partido de fútbol que teníamos programado, tampoco podré ir de vacaciones de verano con vosotros”
“Espero podáis perdonar también a este chico rubio de 20 años, pantalón tejano y camisa a cuadros que está a mi lado. Solo cometió un error. Solo condujo después de haber bebido”.

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